El prefijo "co-" en catalán significa "con" o "en compañía de". Esta partícula ha cogido voladizo últimamente en cuanto a la economía. Cada vez más se siendo a hablar de cooperación, coeducación o compartir. Y actualmente el prefijo intenta acoplarse a la vivienda. Si bien el concepto de vivienda colaborativa puede parecer nuevo, este tipo de proyectos tienen una gran aceptación a otros países de Europa como Holanda. El cohabitatge llega ahora en Cataluña de la mano de la start-up cohousing_LAB.
Más que una casa compartida
Según la arquitecta e impulsora de este proyecto empresarial, Ana Fernández, el objetivo del cohousing es "dar la vuelta al proceso de entrar a vivir en una casa o un piso". En los proyectos de vivienda col·laboratu "el cuento se explica desde el principio" y en vez de comprar un piso construido por un promotor, nos convertiremos en promotores para construir un piso o casa en comunidad adaptada a nuestras necesidades.
Cohousing_LAB "digiere" toda la información que hace falta para llevar a cabo el proyecto y asesora a cada grupo en todo el proceso: "Normalmente los grupos no tienen suficientes conocimientos del mundo financiero, inmobiliario o de la construcción, pero nosotros somos los expertos y el apoyo para materializar el proyecto", dice Fernández. Además, esta empresa también ha adaptado el método holandés al talante mediterráneo "con sesiones de coaching y resolución de conflictos". Los grupos aprenderán en este viaje unos procesos para convivir cuando cohousing_LAB concluya su trabajo.
El proceso de creación de un cohousing funciona por etapas. Un proyecto de seis viviendas con espacios comunitarios concluye normalmente en dos años. "En un primer laboratorio se empieza a crear el grupo de personas que conformará la comunidad", explica Fernández. Estos amigos o grupo con necesidades similares se convertirán en autopromotors de su proyecto. Este hecho hace que los proyectos de cohabitatge sean mucho más asequibles que si se contara con un promotor de viviendas –que normalmente se endú un margen de beneficios del 30%.
En una segunda etapa se determina "el carácter de la edificación, su morfología, espacios y recursos a compartir y la relación entre el público y el privado". Esta fase culmina con la constitución legal de la comunidad en una cooperativa. La tercera parte es la de autopromoció. Se definen las aspiraciones éticas, estéticas y funcionales del proyecto. Se negocia y reserva el suelo. La fase concluye con un anteproyecto consensuado con todos los miembros del grupo y con las instancias administrativas. En la última etapa "nos ponemos manso a la obra", literalmente. Se solicita la licencia de obras y se concreta la compra del suelo mientras se define el proyecto técnico, presupuestos, etc. Llestos para edificar.
Ahorro y eficiencia
"Participativo, asequible y hecho a medida", estos son los tres pilares básicos del cohabitatge. La parte social queda clara. Los proyectos de cohabitatge intentan racionalizar al máximo el gasto, tanto de dinero como de recursos. Por un lado, cuando se elimina la figura del promotor de vivienda, se elimina también el riesgo de no vender un piso y también el margen de beneficio que se endú el intermediario. Primer ahorro. La segunda manera de optimizar recursos que ofrece la vivienda colaborativa es que, cuando una casa o bloque de pisos se construye pensando en las necesidades de las personas que viven, se puede racionalizar el espacio: "Así, se puede construir una habitación con cuatro lavadoras industriales y los pisos no tienen que tener lavadero". No sólo esto, esta opción hará ahorrar agua y, por lo tanto, dinero. "La cooperativa puede contratar sólo con un contrato de gas o electricidad por todo el edificio y tener contadores individuales a cada piso, así sólo se paga un golpe las tasas y se ahorra dinero", explica Fernández.
Las posibilidades de racionalización son infinitas. Además, cada colectivo puede optar por unas instalaciones concretas, por lo tanto es hecho a medida del grupo: "Desde el 1992 he realizado proyectos en Holanda con sordos, músicos, aficionados al yoga, gente mayor, familias con niños pequeños y cada grupo ha construido el cohousing siguiendo sus necesidades". Tampoco hay que construir de nuevo, "la reforma de un inmueble también es viable con un proyecto de cohousing", añade la arquitecta.
Contingencias, gastos, herencia
El presupuesto para participar en uno de estos proyectos varía mucho según las necesidades y objetivos del grupo: "Es muy diferente ir a vivir en Gràcia o a un pueblo del interior de Cataluña", explica Fernández. Cohousing_LAB está también en contacto con la banca ética como fuente de financiación de sus proyectos. Por un cohousing en Barcelona se pagaría unos 80.000 euros, para hacerlo en Badalona, 40.000 euros.
La regulación también es uno de los escollos para la plena instauración del cohousing. Pero el equipo de Fernández incluye también asesores legales que acompañan todos los proyectos. La parte legal queda recogida en los estatutos de cada cooperativa. Tienen todos los flequillos controlados. Inclús si alguno de los integrantes quiere retirarse del proyecto o muere, la parte correspondiente del proyecto es heredable, "siempre que el heredero cassi con el espíritu del proyecto de vivienda colaborativa y los estatutos así lo recojan", advierte Fernández.
En proceso
Fernández, argentina, y su compañero chileno, Daniel Nassar, decidieron impulsar cohousing_LAB "tomando un café". Nassar hace más de 30 años que se dedica a la vivienda colaborativo en Cataluña. Fernández trabajaba como arquitecta en Holanda. Cuando llegó a Barcelona se dedicó a trabajar para proyectos holandeses en Barcelona desde la filial de su despacho de arquitectos. Entre el conocimiento sobre el terreno de Nassar y la pasión por la arquitectura social de Fernández impulsaron cohousing_LAB con el auge de la economía colaborativa. "Compartir está en crecimiento, pero todavía tiene que llegar al mundo de la vivienda, es más complicado", dice Fernández.
Ambos accedieron al concurso de ideas maduras de Barcelona Activa y finalmente entraron al Almogávares Business Factory, gracias a la base social de su proyecto empresarial. En el año de vida de cohousing_LAB todavía no han construido ningún edificio, pero ya cuentan con dos grupos que se están formando y constituirán sendas cooperativas para convertirse en promotores de casa suya.
Más que una casa compartida
Según la arquitecta e impulsora de este proyecto empresarial, Ana Fernández, el objetivo del cohousing es "dar la vuelta al proceso de entrar a vivir en una casa o un piso". En los proyectos de vivienda col·laboratu "el cuento se explica desde el principio" y en vez de comprar un piso construido por un promotor, nos convertiremos en promotores para construir un piso o casa en comunidad adaptada a nuestras necesidades.
Cohousing_LAB "digiere" toda la información que hace falta para llevar a cabo el proyecto y asesora a cada grupo en todo el proceso: "Normalmente los grupos no tienen suficientes conocimientos del mundo financiero, inmobiliario o de la construcción, pero nosotros somos los expertos y el apoyo para materializar el proyecto", dice Fernández. Además, esta empresa también ha adaptado el método holandés al talante mediterráneo "con sesiones de coaching y resolución de conflictos". Los grupos aprenderán en este viaje unos procesos para convivir cuando cohousing_LAB concluya su trabajo.
El proceso de creación de un cohousing funciona por etapas. Un proyecto de seis viviendas con espacios comunitarios concluye normalmente en dos años. "En un primer laboratorio se empieza a crear el grupo de personas que conformará la comunidad", explica Fernández. Estos amigos o grupo con necesidades similares se convertirán en autopromotors de su proyecto. Este hecho hace que los proyectos de cohabitatge sean mucho más asequibles que si se contara con un promotor de viviendas –que normalmente se endú un margen de beneficios del 30%.
Reunión de la firma con su grupo senior-cohousing. Cohousing_LAB |
En una segunda etapa se determina "el carácter de la edificación, su morfología, espacios y recursos a compartir y la relación entre el público y el privado". Esta fase culmina con la constitución legal de la comunidad en una cooperativa. La tercera parte es la de autopromoció. Se definen las aspiraciones éticas, estéticas y funcionales del proyecto. Se negocia y reserva el suelo. La fase concluye con un anteproyecto consensuado con todos los miembros del grupo y con las instancias administrativas. En la última etapa "nos ponemos manso a la obra", literalmente. Se solicita la licencia de obras y se concreta la compra del suelo mientras se define el proyecto técnico, presupuestos, etc. Llestos para edificar.
Ahorro y eficiencia
"Participativo, asequible y hecho a medida", estos son los tres pilares básicos del cohabitatge. La parte social queda clara. Los proyectos de cohabitatge intentan racionalizar al máximo el gasto, tanto de dinero como de recursos. Por un lado, cuando se elimina la figura del promotor de vivienda, se elimina también el riesgo de no vender un piso y también el margen de beneficio que se endú el intermediario. Primer ahorro. La segunda manera de optimizar recursos que ofrece la vivienda colaborativa es que, cuando una casa o bloque de pisos se construye pensando en las necesidades de las personas que viven, se puede racionalizar el espacio: "Así, se puede construir una habitación con cuatro lavadoras industriales y los pisos no tienen que tener lavadero". No sólo esto, esta opción hará ahorrar agua y, por lo tanto, dinero. "La cooperativa puede contratar sólo con un contrato de gas o electricidad por todo el edificio y tener contadores individuales a cada piso, así sólo se paga un golpe las tasas y se ahorra dinero", explica Fernández.
Las posibilidades de racionalización son infinitas. Además, cada colectivo puede optar por unas instalaciones concretas, por lo tanto es hecho a medida del grupo: "Desde el 1992 he realizado proyectos en Holanda con sordos, músicos, aficionados al yoga, gente mayor, familias con niños pequeños y cada grupo ha construido el cohousing siguiendo sus necesidades". Tampoco hay que construir de nuevo, "la reforma de un inmueble también es viable con un proyecto de cohousing", añade la arquitecta.
Contingencias, gastos, herencia
El presupuesto para participar en uno de estos proyectos varía mucho según las necesidades y objetivos del grupo: "Es muy diferente ir a vivir en Gràcia o a un pueblo del interior de Cataluña", explica Fernández. Cohousing_LAB está también en contacto con la banca ética como fuente de financiación de sus proyectos. Por un cohousing en Barcelona se pagaría unos 80.000 euros, para hacerlo en Badalona, 40.000 euros.
La regulación también es uno de los escollos para la plena instauración del cohousing. Pero el equipo de Fernández incluye también asesores legales que acompañan todos los proyectos. La parte legal queda recogida en los estatutos de cada cooperativa. Tienen todos los flequillos controlados. Inclús si alguno de los integrantes quiere retirarse del proyecto o muere, la parte correspondiente del proyecto es heredable, "siempre que el heredero cassi con el espíritu del proyecto de vivienda colaborativa y los estatutos así lo recojan", advierte Fernández.
En proceso
Fernández, argentina, y su compañero chileno, Daniel Nassar, decidieron impulsar cohousing_LAB "tomando un café". Nassar hace más de 30 años que se dedica a la vivienda colaborativo en Cataluña. Fernández trabajaba como arquitecta en Holanda. Cuando llegó a Barcelona se dedicó a trabajar para proyectos holandeses en Barcelona desde la filial de su despacho de arquitectos. Entre el conocimiento sobre el terreno de Nassar y la pasión por la arquitectura social de Fernández impulsaron cohousing_LAB con el auge de la economía colaborativa. "Compartir está en crecimiento, pero todavía tiene que llegar al mundo de la vivienda, es más complicado", dice Fernández.
Ambos accedieron al concurso de ideas maduras de Barcelona Activa y finalmente entraron al Almogávares Business Factory, gracias a la base social de su proyecto empresarial. En el año de vida de cohousing_LAB todavía no han construido ningún edificio, pero ya cuentan con dos grupos que se están formando y constituirán sendas cooperativas para convertirse en promotores de casa suya.
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