Entro en directo en el "Tot es mou" con Helena Garcia Melero para hablar de cómo serán las aplicaciones de monitorización post Covid-19 y del impacto que tendrán en nuestra privacidad. China, Corea y Singapur son los casos de éxito en la utilización de las tecnologías móviles y de la información por la lucha y el control de la pandemia.
"La pregunta no es si tenemos que utilizar toda la tecnología disponible para luchar contra la Covid-19 sino qué es la mínima tecnología necesaria para luchar de manera eficiente"
La pregunta no es si tenemos que utilizar toda la tecnología disponible para luchar contra la Covid-19 sino qué es la mínima tecnología necesaria para luchar de manera eficiente. Hace falta geolocalizar todo el mundo mediante una aplicación de uso obligatorio y controlar físicamente la gente como hace China? O hay tecnologías menos invasivas, anónimas e igualmente eficientes?
La primera opción es cara, invasiva y nada respetuosa con la privacidad. China se la puede permitir pero Europa no. La respuesta a la segunda pregunta es sí, pero depende.
Un consorcio europeo surgido del Fraunhofer Institute alemán ha propuesto la solución PEEP-PT, siglas en inglés de Proyecto Pan-Europeo de Seguimiento de Proximidad con Respeto por la privacidad). Esta solución se basa en el Bluetooth. El Bluetooth tiene muchas ventajas: consume poco, es de proximidad e incluso los móviles más antiguos traen.
La solución del PEEEP-PT se asemeja mucho a cuando vuestro móvil se conecta al coche o a un altavoz Bluetooth y se intercambian un código para enlazarse. Nuestro móvil intercambiaría códigos con los móviles cercanos y mantendría un registro. Los códigos son anónimos e incluso cambian cada 15 minutos; yo no puedo saber nunca de quién era el código en un momento determinado. Si me hago las pruebas y doy positivo, mi móvil notificaría con mi permiso todos los dispositivos con los que he estado en contacto. La información que los otros recibirían es binaria: has estado con alguien positivo. Y basta.
Paradójicamente, la solución propuesta por el proyecto conjunto de Apple y Google (Europa y Silicon Valley no están nunca de acuerdo) va en la misma dirección: la creación de un registro de contactos a partir de las interacciones de los Bluetooth de los aparatos. Apple y Google sacarían a medio mayo sendas aplicaciones por iOS y Android respectivamente, que permitirían el registro y la eventual notificación posterior. El sistema es voluntario y pasa pues por la acción de los usuarios. Posteriormente, se prevé que la funcionalidad esté integrada en los respectivos sistemas operativos y que requiera la autorización del usuario del mismo modo que una aplicación de mapas nos pide acceso al GPS o una de fotografía al carrete. En cualquier caso y a diferencia de China, el control lo tiene el usuario. De aquí depende su éxito. Nos podríamos encontrar con un movimiento "anti-Bluetooth" equiparable a los "anti-vacunas" (#perfavort).
"Nos podríamos encontrar con un movimiento "anti-Bluetooth" equiparable a las "anti-vacunas"
Mientras me esperaba para entrar en el directo con la lección bien aprendida, ha entrado desde su piso en Pekin, Francesc Canals, corresponsal de TV3 en China. Resulta que hace cuatro días que ha vuelto de Wuhan, y hace cuatro días de catorce que está en confinamiento cerrado en su apartamento. Para poder viajar partiendo de Wuhan tuvo que hacerse un test, en el tren le tomaron la temperatura y al llegar a Pekin fue escoltado por agentes del estado en un minibus que lo trajo junto con otros vecinos a su barrio. Si hablamos de tecnología, además de llevar una aplicación que lo tiene geolocalizado, el gobierno ha instalado un sensor en la puerta de su casa que detecta cuando abre y cierra la puerta. Cada día, por la mañana y al atardecer, tiene que comunicar su temperatura corporal en la aplicación de monitorización.
China va un mes por delante respecto Europa en la lucha contra la pandemia, mirar lo que pasa es mirar el futuro, que nos parece de ciencia ficción pero que de momento se ha ido haciendo realidad también en el resto del mundo. A menudo las historias de ciencia-ficción nos plantean escenarios para que los tengamos presentes precisamente para poderlos evitar. Iría muy bien que las autoridades europeas se miraran el presente chino así.