Vivimos tiempos agitados, con una sociedad interrelacionada y compleja, formada por personas y organizaciones diversas que necesitan más conocimiento mutuo y empatía. Si todos dedicáramos más tiempo a explicar quién somos, qué hacemos, por qué lo hacemos y a escuchar lo mismo de las personas y entidades que nos rodean, entenderíamos mejor cómo evoluciona la sociedad y encontraríamos más fórmulas de colaborar. Partiendo de esta convicción, muchas empresas y personas empresarias sentimos que tenemos un compromiso moral y social, voluntariamente adquirido, con las nuevas generaciones para trasladarles cuál es nuestro trabajo, muchas veces más allá de la variable económica.
No nos podemos permitir que la empresa se perciba como una realidad lejana a las personas, ni que se asocie únicamente a los beneficios y las grandes corporaciones, porque si dejamos que los jóvenes solo piensen de esta forma estamos limitando su capacidad de aportar valor de futuro a la sociedad, ya sea como trabajadores, autónomos, fundadores, directivos o líderes de microempresas o grandes compañías.
Después de 10 años de actividad del programa Escola i Empresa, donde empresarios y empresarias, de forma desinteresada, han ido a centros escolares a explicar qué es lo que hacen, sabemos que profesorado y alumnado aprecian y agradecen estas conversaciones. Las motivaciones de las personas para ser empresarias, la descripción de su día a día, las muchas horas trabajadas y las decisiones difíciles de tomar, pero también las satisfacciones y los éxitos, ayudan los y las estudiantes a visualizar aspectos de la vida en la empresa y de su papel en la sociedad, desde una perspectiva diferente a la que es habitual.
En Europa, las economías más competitivas e igualitarias llevan años dedicando tiempo y recursos a compartir la misión empresarial con el conjunto de la sociedad
Conocemos, porque hemos preguntado a profesores y ponientes, que la imagen que los alumnos tienen de la empresa no es mala, a pesar de que quedan algunos prejuicios que la vinculan principalmente con dinero y poder. Muchos de los estudiantes la ven todavía lejos y solo piensan en ella como destino laboral dentro de unos años, pero tienen curiosidad para conocer, más todavía si en su entorno geográfico o personal hay un referente próximo.
En este sentido, la crisis económica derivada de la pandemia ha sido un golpe de realidad para muchos estudiantes, puesto que ha visto con sus propios ojos empresas obligadas a cerrar, puestos de trabajo destruidos y un desafío a la gestión tradicional de muchos negocios en segmentos cómo el turismo, la restauración o el comercio.
En Europa, las economías más competitivas e igualitarias llevan años dedicando tiempos y recursos a compartir la misión empresarial con el conjunto de la sociedad. Consciente que la empresa tiene una trascendencia que va más allá de la vertiente económica, estos países invierten en la creación de una cultura empresarial transparente e inclusiva, realista pero motivadora. Nosotros también creemos en esta necesaria imbricación del mundo de la empresa y la sociedad. Un cambio que requiere la implicación de todos.