Entre una excusa y otra, a caballo de las necesidades y las carencias, el amo había enseñado al burro a comer tan poco que el animal acabó para desfallecer y provocarle su último bramido. Obtuso y tacaño, por su mezquindad el hombre se quedó sin aquel asno que le hacía tan buen servicio, ahora labrando y hace poco cargando fajos de leña. Es muy conocida esta fábula y quizás la habréis leído en más de una versión. Sin duda, es una imagen recurrente y de prestaciones metafóricas.
También recordaréis el silogismo del asno de Buridan; aquel que, ante la disjuntiva de si tenía que comer antes la alfalfa o las algarrobas, sin discernir qué le convenía más, cayó en la fatal abstinencia. También la cultura parece cosa de burros. Hemos acostumbrado a la bestia para que coma poco pero se ve que todavía no tenemos bastante y continuamos estrangulándola hasta la anoxia, hasta que diga basta y se atragante.
Del mismo modo que el apagón del comercio podría dejar nuestras villas a tientas, las exequias de la cultura las podría llenar de oscuridad. Si el comercio alimenta y viste nuestras apariencias, la cultura esculpe los valores y el conocimiento. No es cuestión de decidir entre una cosa o la otra; son las dos.
"Del mismo modo que el apagón del comercio podría dejar nuestras villas a tientas, las exequias de la cultura las podría llenar de oscuridad"
Y todavía más burros. Lo podemos decir de los medios de comunicación; hoy mensajeros de la tragedia y escaparates de las heroicidades más ocurrentes. De la mano de los informativos hemos pasado de aquellos episodios recientes, cuando se hablaba de la resiliencia, a los balcones de hoy en día, ahora que se habla de resistencia. Con tantos cambios repentinos y tantas figuras emergentes el periodismo se hace más soluble que nunca.
Como sociedad y como individuos, estamos pagando muy mal a nuestra canallesca y la estamos llevando a la paracme gremial. Nunca como por ejemplo el mester de la información había caído en la indiferencia más pregonera, y más si tenemos en cuenta que el papel ya no se aguanta y que los digitales no dan el mismo tacto ni olfato a la primicia. Los opinantes apocalípticos y los contertulianos proféticos han desplazado a la noticia y parecen haber suplantado el teclado por la bola de vidrio, a menudo sin rigor ni análisis.
"El papel ya no se aguanta y los digitales no dan el mismo tacto ni olfato a la primicia"
Todo esto me lleva a alabar el trabajo que hacen los profesionales de nuestros medios más cercanos: las radios y las televisiones locales, los gratuitos, los periódicos comarcales y, entre muchos otros y como ejemplo notable, nuestro VIA Empresa. Siete años después, con empujones y revolcones subsiste gracias a una mezcla de taumaturgia y funambulismo. En esto se ha convertido el periodismo: en el más difícil cada día.
Por muchos años, gente del VIA Empresa!