El objetivo principal del marketing es diseñar una oferta que genere valor por los clientes de una empresa estableciendo una relación sólida con estos. La función del marketing es clave en este proceso actuando dentro de la empresa como un traductor. El mercado, los clientes, hablan y expresan sus preferencias y necesidades en un lenguaje, mientras la empresa, internamente, en habla otra.
Es por eso que se necesita una "traducción" para que empresa y mercado se lleguen a entender hablando en el mismo idioma. Una traducción que se tiene que hacer partiendo de un conocimiento absoluto de los valores, objetivos, capacidades y talentos de una organización con el objetivo de definir una oferta generadora de valor. Esto implica conocer muy bien el mercado objetivo, los clientes potenciales, sus necesidades y las ofertas de la competencia.
La clave es definir una oferta que cubra mejor las necesidades de los clientes, que los genere más valor, en sentido amplio, que las ofrecidas competidoras. Y un golpe definida, comunicarla de forma directa, original y transparente, utilizando un lenguaje entendedor por el mercado.
Contar con una estrategia de marketing es un elemento esencial porque una empresa pueda lograr el éxito en la era de la comunicación global. El marketing tiene que ser la base, el principio donde se tiene que sustentar la estrategia competitiva de todo tipos de empresas, desde las grandes corporaciones a las medias, pequeñas e incluso las micro-empresas. La diferencia es que, a la mayoría de pymes, sobre todo las de menor tamaño, el marketing más allá de constituirse formalmente como un departamento o una función más de la organización, se elabora de una manera mucho menos formalizada.
A las pymes se hace marketing low coste pero esto no quiere decir en ningún caso que sea low quality. No se dispone de recursos dedicados "sólo" a la función de marketing. Pero en este tipos de empresas es fundamental que todas las personas que trabajan compartan las ideas clave del marketing, tengan interiorizadas las premisas básicas de producto, servicio y valor. Esto nos dará un enfoque orientado totalmente al mercado y a la satisfacción de las necesidades del cliente. A menudo la pyme en casa nuestra ha pecado de definir sus estrategias de marketing "de dentro hacia fuera".
Se ha centrado demasiado en la realidad interna, en las capacidades internas, en aquello que sabían hacer internamente, para intentar después "ir hacia fuera" definiendo una oferta para convencer los clientes potenciales. Este no es un enfoque verdaderamente marquetinià. El marketing moderno supera esta forma de hacer, estableciendo imprescindiblemente una comunicación bidireccional. Hay que definir las estrategias "de fuera para adentro" y "de dentro hacia fuera". Tenemos que conocer el mercado, las necesidades de los clientes, las ofrecidas competidoras, es decir, tenemos que ir primero afuera para después volver adentro y, a la vista de nuestras capacidades, recursos, habilidades y talentos definir la oferta que satisfará el cliente. La idea es que en función del conocimiento y del análisis del en torno a mercado se elabore la estrategia de marketing, y no al revés.
Las tecnologías de la información y la comunicación han ayudado a democratizar el marketing empresarial, poniendo al alcance de las pymes unas posibilidades que antes estaban mucho más limitadas a las grandes compañías multinacionales. De este modo el marketing que practican actualmente las pymes puede ser altamente cualitativo y cumplir un requisito indispensable para el éxito de cualquier campaña de marketing: que llegue al cliente/mercado objetivo y que esté absolutamente orientada a este. El marketing del siglo XXI pone al cliente al centro, haciendo que este pase de adquirir un producto o servicio a comprar un beneficio. Un beneficio que se puede comunicar más rápido y mejor aprovechando las nuevas herramientas de comunicación que nos facilitan las nuevas tecnologías. Un ejemplo de esto son los vídeos virales cualitativos que nos permiten explicar con imágenes "beneficios" de los productos que de otra manera son mucho más difíciles de comunicar.
Es por eso que se necesita una "traducción" para que empresa y mercado se lleguen a entender hablando en el mismo idioma. Una traducción que se tiene que hacer partiendo de un conocimiento absoluto de los valores, objetivos, capacidades y talentos de una organización con el objetivo de definir una oferta generadora de valor. Esto implica conocer muy bien el mercado objetivo, los clientes potenciales, sus necesidades y las ofertas de la competencia.
La clave es definir una oferta que cubra mejor las necesidades de los clientes, que los genere más valor, en sentido amplio, que las ofrecidas competidoras. Y un golpe definida, comunicarla de forma directa, original y transparente, utilizando un lenguaje entendedor por el mercado.
Contar con una estrategia de marketing es un elemento esencial porque una empresa pueda lograr el éxito en la era de la comunicación global. El marketing tiene que ser la base, el principio donde se tiene que sustentar la estrategia competitiva de todo tipos de empresas, desde las grandes corporaciones a las medias, pequeñas e incluso las micro-empresas. La diferencia es que, a la mayoría de pymes, sobre todo las de menor tamaño, el marketing más allá de constituirse formalmente como un departamento o una función más de la organización, se elabora de una manera mucho menos formalizada.
A las pymes se hace marketing low coste pero esto no quiere decir en ningún caso que sea low quality. No se dispone de recursos dedicados "sólo" a la función de marketing. Pero en este tipos de empresas es fundamental que todas las personas que trabajan compartan las ideas clave del marketing, tengan interiorizadas las premisas básicas de producto, servicio y valor. Esto nos dará un enfoque orientado totalmente al mercado y a la satisfacción de las necesidades del cliente. A menudo la pyme en casa nuestra ha pecado de definir sus estrategias de marketing "de dentro hacia fuera".
Se ha centrado demasiado en la realidad interna, en las capacidades internas, en aquello que sabían hacer internamente, para intentar después "ir hacia fuera" definiendo una oferta para convencer los clientes potenciales. Este no es un enfoque verdaderamente marquetinià. El marketing moderno supera esta forma de hacer, estableciendo imprescindiblemente una comunicación bidireccional. Hay que definir las estrategias "de fuera para adentro" y "de dentro hacia fuera". Tenemos que conocer el mercado, las necesidades de los clientes, las ofrecidas competidoras, es decir, tenemos que ir primero afuera para después volver adentro y, a la vista de nuestras capacidades, recursos, habilidades y talentos definir la oferta que satisfará el cliente. La idea es que en función del conocimiento y del análisis del en torno a mercado se elabore la estrategia de marketing, y no al revés.
Las tecnologías de la información y la comunicación han ayudado a democratizar el marketing empresarial, poniendo al alcance de las pymes unas posibilidades que antes estaban mucho más limitadas a las grandes compañías multinacionales. De este modo el marketing que practican actualmente las pymes puede ser altamente cualitativo y cumplir un requisito indispensable para el éxito de cualquier campaña de marketing: que llegue al cliente/mercado objetivo y que esté absolutamente orientada a este. El marketing del siglo XXI pone al cliente al centro, haciendo que este pase de adquirir un producto o servicio a comprar un beneficio. Un beneficio que se puede comunicar más rápido y mejor aprovechando las nuevas herramientas de comunicación que nos facilitan las nuevas tecnologías. Un ejemplo de esto son los vídeos virales cualitativos que nos permiten explicar con imágenes "beneficios" de los productos que de otra manera son mucho más difíciles de comunicar.
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