Pla y Brandolini: tonterías en la playa

Este verano, en la playa, me he dedicado a observar la proporción de libros y pantallas de móvil. Ganan los segundos por goleada con la agravante de que mucha gente mira el móvil mientras el libro descansa sobre la toalla. Y sí, en el móvil se pueden leer las descripciones de la Costa Brava de Pla y ver fotos de las vacaciones que nunca haremos en National Geographic, pero temo que estos no serían los usos más habituales.

Si no podemos desconectar ni en la playa es por el FOMO (el miedo a perdernos algo), y esto solo lo pueden remediar (y al mismo tiempo amplificar) las redes sociales. Reacciones a noticias de última hora en X, las vacaciones de nuestros contactos en Instagram (que siempre son mejores que las nuestras), reels ridículos de influenciadores de segunda que se creen el centro del universo, e información privilegiada a través de canales de Telegram que solo nosotros conocemos y que “estos sí que dicen la verdad, no como los periódicos que os engañan”.

"Las imágenes de Kamala Harris y las 'Swifties for Trump' son imágenes generadas con la IA de X que Musk ha puesto a disposición sin restricciones de quienes pagan"

Un bañista que ha “desconectado” este verano “sabe” que en el Reino Unido están al borde de la “guerra civil” por “culpa de la inmigración” (lo dice el pirómano de Musk), ha visto que Kamala Harris “ha colgado una bandera comunista” en la convención demócrata (lo dice el delincuente de Trump), sabe que un grupo de fans de Taylor Swift “Swifties for Trump” apoya al hombre naranja (Trump otra vez), que el asesino de un niño de 11 años en Mocejón “es un moro” (Alvise Pérez daba hasta la matrícula del coche) y que el periodista Raúl Solís es un pedófilo a quien “hay que matar” porque ha oído una conversación incriminatoria con un menor en un canal de Telegram (Alvise Pérez y más racistas).

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En cierto modo, todo esto no es tan diferente de la Costa Brava de Pla y las fotos de National Geographic en el sentido de que estos hechos tampoco existen. Las imágenes de Kamala Harris y las “Swifties for Trump” son imágenes generadas con la IA de X que Musk ha puesto a disposición sin restricciones de quienes pagan; el asesino del menor es un chico de Madrid con los abuelos en el pueblo que tiene problemas mentales; y la supuesta conversación pederasta es una generación de audio burda hecha con IA, que han corrido a borrar porque los abogados de Raúl Solís ya están trabajando en el asunto.

"Desinformar, manipular y mentir compensa, especialmente cuando la distribución es amplificada algorítmicamente"

Sabemos, como decía McLuhan, que los medios son extensiones de los seres humanos (siempre hay que citar a McLuhan), y como tales, extienden nuestras capacidades, también las de hacer daño. Y esto lo saben políticos, agitadores y malhechores que logran, mediante informaciones descaradamente falsas, convertir nuestros miedos en odio que plataformas como X, Facebook, TikTok o Instagram transforman en capital mediático y dineritos.

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El modus operandi proviene de la estrategia militar: si la información que el enemigo tiene de la realidad es errónea, sus decisiones necesariamente también lo serán. Desinformar, manipular y mentir compensa, especialmente cuando la distribución es amplificada algorítmicamente.

Os hago la guía:

  1. Un político, agitador o troll publica una imagen, video, comentario o información, cuanto más polémica e insultante, mejor. Si se ve que es una estupidez evidente, mejor aún.
  2. Todos se abalanzan sobre ella, respondiendo, citando, capturando el tuit o el post de Instagram para desmentirlo, ridiculizarlo, atacarlo o denunciarlo.
  3. El algoritmo detecta que ese personaje es relevante para la conversación. No tiene idea de qué va la conversación, ni de las intenciones de unos y otros, solo registra que eso genera interés; si lo expone a más gente, la empresa ganará aún más dineritos.
  4. Mensaje y personaje reciben una exposición máxima que les reporta capital social y pecuniario.
  5. Objetivo alcanzado. El resto de nosotros nos hemos descapitalizado intelectualmente, social y pecuniariamente.

Quien hace esto sabe que es mucho más fácil hacer circular una mentira que desmentirla. Para la primera solo se necesita una cuenta falsa y conectarse con el círculo conspiranoico deseado; para la segunda se necesita investigación, fuentes fiables y una credibilidad que solo se gana con el tiempo.

Es lo que se denomina Ley de Brandolini, también conocida como el principio de asimetría de las tonterías, acuñado en 2013 por el informático italiano Alberto Brandolini en un tuit. Su enunciado pone énfasis en el esfuerzo necesario para desmentir tonterías en comparación con la relativa facilidad de crearlas en primer lugar. Se expresa así:

“La cantidad de energía necesaria para refutar tonterías es un orden de magnitud más grande que para producirlas".

Todo esto ha pasado siempre, dirán los fanboys de Silicon Valley, y sí, es cierto; para ver la historia de la manipulación social solo hace falta revisar las portadas de ABC o El Mundo. Pero hoy, contexto, escala y consecuencias no son los mismos: los medios digitales son mucho más eficientes a la hora de amplificar ciertos discursos. Si hacen números con la ley de Brandolini en mente, se darán cuenta de que no requiere el mismo esfuerzo desmontar entre todos una portada o un “The nota” que desmontar tantos como tiempo libre tienen conspiranoicos, trolls, demagogos y broligarcas como Elon Musk (en la intersección de los grupos anteriores).

El resumen de todo esto lo hizo ya en 2021 el camaleónico humorista, actor, director y productor británico Sacha Baron-Cohen (Ali G, Borat, The Spy, Who Is America) en un discurso a la Anti-Defamation League (ADL). Hablando de los medios sociales dijo: “Hoy, en todo el mundo, los demagogos apelan a nuestros peores instintos. Las teorías de la conspiración, antes limitadas a los márgenes, se están generalizando. Es como si se acabara la era de la razón –la era del argumento de la evidencia– y ahora se deslegitima el conocimiento y se descarta el consenso científico” (por cierto, Musk culpa a la ADL de la pérdida del 60% de los anunciantes de X y amenazó con llevarlos a los tribunales).

"Todo esto ha pasado siempre, dirán los fanboys de Silicon Valley, y sí, es cierto; para ver la historia de la manipulación social solo hace falta revisar las portadas de ABC o El Mundo"

Entre las perlas que contiene su discurso está: “Todo este odio y esta violencia son facilitados por cuatro empresas de internet que conforman la máquina de propaganda más grande de la historia. Creo que es el momento de repensar los medios sociales, de cómo difunden odio, conspiraciones y mentiras”.

Lo remataba con: “nos advierten que las leyes y regulaciones para estas empresas no son aplicables. Bueno, algunos de estos argumentos, perdonen mi lenguaje, son tonterías”.

Collonades, como decía Pla, que cuesta Dios y ayuda desmentir. Nos lo dice la ley de Brandolini.

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