La competitividad ha sido y es uno de los temas estrellas de la crisis provocada por la pandemia de covid-19. La parada en seco de la economía y su puesta en marcha con la desescalada y la nueva normalidad ha sacado a la luz las debilidades de una economía muy enfocada al sector servicios y ha dejado clara la necesidad de andar hacia una economía industrial que conviva con el turismo, la restauración y el comercio, alma del PIB catalán y español. Sin esto, difícilmente seremos competitivos a escala europea y mundial en un mundo que avanza a toda velocidad. El coronavirus, pero también la caída de la inversión extranjera y las posibles deslocalizaciones, dejan a España estancada por tercer año consecutivo en la 36a posición del ranking de IMD World Competitiveness Center de este 2020, que mantiene la plaza gracias, sobre todo a las infraestructuras y al rendimiento económico. ¿Los puntos más débiles? La eficiencia gubernamental y la eficiencia empresarial.
Sin competitividad se pierde atractivo y, sin una economía industrial sólida, es difícil hacerse un lugar en las primeras plazas del ranking. España se encuentra en la 58 posición en cuanto a deslocalizaciones de empresas y lo hace justo junto a países como el Vietnam o Venezuela (que cierra la tabla). Precisamente en este sentido, el autor del estudio, Arturo Bris, avisa al Estado de la necesidad de mejorar el clima empresarial para reactivar las inversiones, impulsar la digitalización, la investigación científica y la innovación tecnológica y hacer rebrotar a la industria apostando por actividades de valor añadido. Y no sólo esto. También propone redefinir las políticas de empleo para facilitar el acceso al mercado de trabajo de la población activa.
Es la canción de siempre, pero que en tiempo de covid-19 coge más fuerza que nunca. El economista José María Gay de Liébana ya avisaba en un encuentro virtual organizado por Foment del Treball que España se encuentra en una "situación comprometida" y advertía de que "estamos tocadillos por nuestro modelo productivo, por el empleo, la falta de calificación y porque no hemos aprovechado los años de bonanza económica para hacer los deberes". Durante semanas, agentes sociales y económicos han reivindicado la puesta en marcha de una nueva generación industrial, de una reformulación de la industria para poder llegar a los niveles de competitividad que requiere el siglo XXI.
Pero todavía hay trabajo a hacer. En el Estado, el IMD World Competitiveness Center ha colaborado con el Govern de Catalunya y el Gobierno de Galicia para llevar a cabo proyectos, informes y talleres, pero avisa que el país entero tendría que tomar el ejemplo de países como Dinamarca, los Países Bajos o Suecia porque son Estados que también se encuentran dentro del marco de la Unión Europea y que lideran el ranking de competitividad mundial. Gobiernos y actores económicos tienen deberes pendientes, sobre todo en cuanto a la eficiencia gubernamental y empresarial, justamente aspectos donde España ha perdido posiciones respecto a 2019. Mientras tanto, el Estado mantiene la 26a plaza en cuanto a infraestructuras y cae dos en rendimiento económico -hasta la 31a-, a pesar de que continúa siendo uno de los elementos que mejor sitúan el país.
La Champions de la sostenibilidad
Según Bris, "las grandes economías han notado en mayor medida los efectos de la pandemia, mientras que la guerra comercial también les ha afectado", motivo por el cual recuerda que "cuando la economía está más cohesionada es más fácil tomar medidas". En este sentido, el autor del estudio propone a Europa que aproveche la crisis de la covid-19 para desmarcarse de economías como China, muy potentes en términos de producción, y centrarse en el desarrollo de energías renovables y modelos sostenibles a largo plazo, al mismo tiempo que apuesta porque "Europa tiene que ser la campeona de la sostenibilidad".
De hecho, China pierde posiciones y pasa de la 14a a la 20a, y Japón la sigue perdiendo cuatro plazas hasta la 30a. Mientras tanto, Singapur mantiene el top 1 en el podio de competitividad a escala mundial, acompañada de Dinamarca y Suiza. Pero los Estados Unidos pierden potencia y dejan de ocupar las primeras cuatro posiciones de la tabla para caer a la 10a, sobre todo por la crisis del coronavirus, pero también por las políticas proteccionistas impulsadas por el Gobierno de Donald Trump.
Ahora es la hora de la industria, es la hora de que el Estado español decida si continúa apostando sólo por una economía de servicios o aprovecha la oportunidad para jugar la carta de trabajar para que ésta conviva con una economía industrial. Y esto pasa por, como decía el fundador de Infonomia y del Institute of Next, Alfons Cornella, "conectar la industria catalana con la ciencia catalana porque esto tendrá unas posibilidades enormes", y, como apuntaba la consellera d'Empresa i Coneixement, Àngels Chacón, "concienciar de la necesidad de transformación" porque "más del 60% de nuestro tejido industrial no es ni consciente de que hace falta transformarse".