El odio a los periodistas está a la orden del día y, cuando hay odio, puede degenerar en violencia y, con la violencia, llega el miedo. Así lo pone de relevo el Índice Mundial de la Libertad de Prensa publicado por Reporteros Sin Fronteras (RSF), que en su edición de este 2019 denuncia que se está reduciendo la cifra de países que se consideran seguros. España escala dos posiciones en el ranking sobre la libertad de prensa a nivel mundial y lo hace hasta la 29a posición de los 180 países contemplados por el informe. Las primeras posiciones las ocupan los países nórdicos plantándose Noruega en el top 1 del ranking. En plena transformación digital desde hace años, la prensa busca la manera de adaptarse a los nuevos tiempos y hacer que estos cambios acelerados que vive el mundo no influyan -más bien al contrario- en la libertad de prensa.
Actualmente, el Estado español se encuentra en su nivel más alto en libertad de prensa desde que entró en este índice en 2013, cuando se encontraba en 36a posición. El estudio apunta que "igual que en otros países democráticos occidentales, el odio a los periodistas se ha hecho presente en España", a pesar de que asegura que hoy en día observa "una clara mejora de la situación en Catalunya, que era muy tensa", pero añade que "esta región continúa siendo terreno hostil para los reporteros" por "la extrema polarización de la política catalana". A todo ello, se suma el hecho de que en 2018 se dictaron condenas por delitos como hacer apología del terrorismo o insultos a la corona, cosa que "ha creado un clima perjudicial para la libertad de información".
Además, RSF destaca que el estancamiento de la reforma de la Ley Mordaza "continúa representando una fuerte amenaza para la libertad de prensa" y recuerda que el hecho que la policía requisara los móviles a dos periodistas de Europa Press en 2018 que investigaban el caso Cursach representa "un caso grave de intento de violación al secreto de las fuentes de información periodísticas". Y todo esto afecta e influye en la audiencia y en los lectores en un momento en que la prensa busca la manera de encajar en esta aceleración mundial de la transformación digital.
La Asociación de Medios de Información (AMI) ya ponía de relieve hace unos años que "el uso inteligente de los datos de consumo para la generación de productos publicitarios y editoriales personalizados es la gran prioridad de las cabeceras" y lo continúa siendo. En los diferentes medios de comunicación han aparecido nuevas figuras como la del product manager o, hace todavía más tiempo, la del community manager, el SEO y los analistas web, porque "la transformación digital va más allá de los procesos redaccionales y empresariales".
El cambio del modelo de negocio de la industria periodística convive con la eterna lucha por la libertad de prensa
También los periodistas han tenido que reinventarse mientras muchos luchaban en defensa de la libertad de prensa. Los contenidos han pasado a ser un paquete entre la noticia, la foto y el vídeo -entre otras cosas- y el modelo de distribución ha hecho un giro de guion. Cómo pasa con el retail, el periodismo de hoy se mueve en función de lo que quiere el lector (cliente) y se orientan hacia el consumidor. La publicidad, además, está enfocada a generar valor -a pesar de que continúe siendo la vía más fuerte de ingresos- y la apuesta de muchos medios es precisamente la de fragmentar el modelo de negocio para hacerlo a medida de cada segmento. Eso sí, siempre manteniendo la esencia del negocio tradicional.
De este modo, los medios ven como el machine learning o el big data empiezan a formar parte de su día a día, unos cambios que conviven con la todavía lucha constante por la libertad de prensa. Como decía el periodista mexicano Francisco Zarzo, "la prensa no es sólo la arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y la civilización". Y, a continuación, los países que más cumplen con esta premisa, pero también los que menos lo hacen.